La presencia del Hombre en El Torcal se remonta a la Prehistoria, concretamente del Neolítico Medio, hallándose yacimientos arqueológicos en la Cueva del Toro. Existen otros yacimientos que atestiguan la presencia humana en El Torcal VIII milenios A.C. Algunos de ellos son: La cueva de la Cuerda, cueva de Marinaleda, Sima del Hoyo… y otros en superficie como el del Hoyo del Francés, Hoyo del Tambor o Fuente de la Higuera.
Igualmente, se han recogido restos más recientes de origen romano que apuntan hacia el uso en cantería de los recursos geológicos del lugar, usándose las calizas en la construcción de villas próximas al Torcal: Anticaria, Osqua y Nescania.
De los romanos a los árabes, los cuales si tuvieron una presencia más prolongada, prueba de ello era la torre vigía que permaneció hasta los años 70 en sierra Chimenea, derribada por un rayo.
La presencia humana en El Torcal se mantuvo casi permanentemente hasta el pasado siglo, cuando fue abandonado el último poblado conocido de El Torcal y que ha sido denominado como Las Sepulturas. El poblado consta de un conjunto de pequeños habitáculos de piedra con apriscos y terrenos de cultivo aunque su principal labor la desarrollaban en las canteras.
Tras el abandono del poblado de las Sepulturas, los únicos habitantes ocasionales de El Torcal eran los pastores, bandoleros y maquis.